Antes de profundizar en nuestro título, debemos definir lo que es la gracia, pues para la RAE, tiene un significado diferente en su definición de la que verdaderamente queremos enfocar en esta oportunidad. Según la RAE la gracia es: “Cualidad o conjunto de cualidades que hacen agradable a la persona o cosa que las tiene”; sin embargo, el término “gracia” deriva del latín “gratia”que significa benevolencia, favor o beneficio que se recibe, sin ningún tipo de merecimiento.
Es decir, una cosa es tener gracia (que depende de lo que somos o que tenemos), pero otra totalmente diferente es recibir gracia (que es algo que no depende de nosotros), y es en este último que focaremos nuestra atención, puesto que una tiene efecto y repercusión en la tierra y nuestra vida aquí y ahora, la otra tiene efecto en nuestra eternidad.
Y es que en gran cantidad de ocasiones, o no sabemos distinguir una de otra o peor aún, confundimos su importancia. A una la vemos como la oportunidad de conseguir cosas para nosotros, materiales, sociales e incluso personales; la otra la vemos (si la vemos) como una necesidad que quizás, algún día muy lejano podamos o necesitemos recibir.
Lo que significa “gracia”
Para que se entienda un poco mejor, es común que las personas vivan consiguiendo favores por su gracia, porque caen bien, son simpáticos, elocuentes o extrovertidos. Algunas otras personas por totalmente lo opuesto, por ser calladas y reservadas, pero todas con algo en común: tienen algún tipo de gracia por motivos netamente vinculados con lo que son o con lo que tienen.
Cuando el ser humano enfoca su atención a las cosas que rodean nuestro mundo, sean materiales, profesionales o sociales, es realmente fácil ignorar el significado de recibir la gracia. Es más, puede que ni sepa, ni le interese el concepto, pues el ego humano está satisfecho, al menos, mientras todo está bien.
Parafraseando las palabras del Pastor Ronald de Salt&Light Christian Church en una de sus prédicas, es fácil tener Fe cuando las cosas van bien, pero que cuando la cosa se pone apretada, lo que consideramos Fe, no es lo que creíamos, pues la duda nos invade y comenzamos realmente entender qué es la Fe. Así mismo sucede con la gracia: podemos decir, creer y estar convencidos que la tenemos o que no la necesitamos, pero cuando llegue la hora de nuestra partida y tengamos que abandonar esta carcasa que llamamos cuerpo, es que realmente entenderemos cuál es su significado y su importancia.
“La gracia, como explicamos al principio de estas líneas, es un favor que recibimos pero que no merecemos, que no puede ser dado por ningún ser humano, pero que nos libra de una condena eterna cuando realmente aceptamos a Cristo en el corazón y seguimos su camino.”
La gracia, como explicamos al principio de estas líneas, es un favor que recibimos pero que no merecemos, que no puede ser dado por ningún ser humano, pero que nos libra de una condena eterna cuando realmente aceptamos a Cristo en el corazón y seguimos su camino. Aun así, no es un camino que se transita una sola vez, ya que por nuestra propia naturaleza humana, nuestros actos, pensamientos y/o sentimientos nos llevan a pecar, una y otra vez, de pensamiento, palabra, obra u omisión, por lo que que necesitaremos de la gracia, una, otra, y otra vez.
Es por eso, que nuestra gracia, a pesar de no ser un pecado en sí, puede fácilmente fomentar una vida de pecado, lejos de Dios, torciendo nuestros caminos y haciéndolos espinosos, escabrosos y dolorosos. Caminos que parecen sin salida, y que por ser transitados por muchos, parecen ser la única alternativa. Sin embargo, dice la Palabra en Tito 2:11-12 “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente”.
Quiere decir, que puede parecer que en nuestros caminos algunas veces tendremos la ayuda que necesitamos para vencer en medio de nuestros procesos, sin embargo, la realidad es que tendremos que usar de lo que Dios nos ha dado y hemos atesorado en nuestro corazón para enfrentar las situaciones de nuestras vidas, sean fáciles o complejas, con la garantía de que al final seremos restaurados. 1 Pedro 5:10 ”Y, después de que ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaurara y los hará fuertes, firmes y estables”
Es por todo esto que la invitación hoy es a que te conviertas en un almacén de Gracia, que acumules en tu vida y tu corazón el favor y la promesa de Dios, porque al final de esta siembra, ¡segarás vida eterna!