Durante las últimas semanas he estado experimentando con una aplicación que utiliza inteligencia artificial para generar música. Con unas cortas palabras puedo generar, en segundos, cualquier estilo de música, en cualquier idioma y cualquier género. El resultado de esta aplicación es increíble: el sonido, las voces, el concepto y los instrumentos son fenomenales. La aplicación es capaz de generar, en segundos, toda una canción con voz principal, voces de fondo e instrumentos musicales de todo tipo.
Lo bueno de esto es que 9 de cada 10 canciones que genera la IA, son buenísimas. El modelo de inteligencia artificial que los creadores de esta aplicación han desarrollado lo han diseñado para analizar las tendencias, las modas, los sonidos y los instrumentos que están “in” y “pegan”. El programa analiza la letra que se le asigna y escoge, basado en criterios pasados, qué estilo y cómo cantar la canción con el fin de producir una canción que sea agradable para escuchar.
¿Lo malo? Que la IA no entiende la belleza de la imperfección.
La música natural está llena de imperfecciones. Si escuchas cualquier canción detenidamente, te darás cuenta que a veces el bajo estará un poquito fuera de tiempo. El baterista, a veces no llega al compás correcto o no logra dar el “hit” correcto a su instrumento. Las voces, aunque hoy en día son altamente procesadas, están cargadas de imperfecciones, desafines, y destiempos. Pero todos estos detalles se hacen minúsculos, ya que afectan muy poco la totalidad de la obra. Al final, éstas imperfecciones no tienen importancia debido a que no cambian para nada el sentido, la emoción y la naturalidad de la canción. Y al final del día, aunque la IA genera música casi perfecta, al pasar del tiempo y mientras más música generada escuchas, la misma se torna monótona, aburrida y cíclica.
Muchos de nosotros nos enfocamos más en las imperfecciones de nuestra vida, que en la totalidad de la obra que Dios hizo en nosotros. Somos muy estrictos a la hora de evaluarnos a nosotros mismos, cuando Dios no necesariamente ve en nosotros lo que nos hace imperfectos, sino que ve en nosotros lo que nos hace su creación: una obra maestra creada por el Creador del universo.
En lucas 12:7, Jesús les dice a sus discípulos: “Es más, aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; vosotros valéis más que muchos pajarillos.” Muchas veces nos enfocamos más en nuestros errores y en nuestras faltas, en vez de enfocarnos lo que nos hace hermosos: aquella belleza que Dios hizo en ti cuando te formó, te diseño y te levantó. Miramos más las imperfecciones y los detalles minúsculos, pero Dios te dio una belleza única y especial y cuando Dios te diseñó, no fue simplemente al azar: Él te dio forma, te creó a su imagen y te hizo hermoso.
Pero esa belleza no fue diseñada para andar en la vida sin sentido; tu belleza se hace perfecta, cuando hacemos todo lo posible para ser como Jesús.
“Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” Mateo 5:48 (NVI)
Entonces, cuando descubrimos la hermosora de nuestro Creador, y le entregamos nuestra vida, es cuando ninguna de nuestras imperfecciones tienen relevancia. Esto es porque cuando aceptamos a Jesús en nuestro corazón, todas nuestras imperfecciones quedan en segundo y en tercer plano, porque nuesto rostro es un reflejo de aquel que tenemos en nuestro corazón.
Quiero decirte que eres hermoso, tal como eres; pero Dios quiere limpiarte de esas cosas sucias de nuestra vida, que nos hacen dudar si en realidad Dios está con nosotros. Te aseguro que cuando te ves con los ojos de Dios, verás una creación hermosa, perfecta y útil en las manos del Maestro.
¡No mires tu imperfección!