Se acerca la temporada de navidad, e independientemente del origen de su historia, es en el tiempo decembrino cuando se acostumbra mostrar el lado más amable, carismático, generoso y agradecido de una gran parte del mundo. Es tiempo de reflexión, encuentro, reconciliación y agradecimiento, pero para muchos es además, tiempo de regalos y obsequios, no solo para niños sino también para adultos, que buscan agradar, complacer además de mostrar amor y cariño a alguien especial.
En los EEUU, la costumbre de celebrar la navidad como la conocemos, tiene poco más de 150 años. Después de la guerra civil, cuando se dio mayor importancia al hogar y la familia, luego de estos eventos se convirtió en la primera fiesta federal del país así como en otras partes del mundo. Y si bien los europeos participaron en servicios religiosos y ceremonias religiosas para celebrar el nacimiento de Jesús durante siglos, no lo conmemoraron como lo hacemos hoy.
La historia u origen de la navidad son muchas, sin embargo, cualquiera de ellas no deben distanciarnos de su esencia, pues ella trasciende lo histórico, mítico, religioso, político y personal, residiendo más bien en lo espiritual, por lo que se convierten además en un tiempo de purificación de nuestro corazón. A pesar de que se ha normalizado como un tiempo de regalos físicos o materiales y poco más que eso, dejando de lado la verdadera celebración.
Imagina por un momento que estas navidades tienes un árbol lleno de regalos. Todos tus familiares, amigos y seres queridos compartiendo, dulces, bebidas y una gran cena. Imagina un lugar cálido, con música, risas y lleno de luces, donde los abrazos y el cariño entre hermanos se comparte y se disfruta. Imagina celebrar tus logros del año, tus conquistas y mejor aún, las victorias de tus padres o tus hijos. Se lee hermoso, ¿cierto? Ahora bien, a pesar de que son cosas hermosas y maravillosas las que estamos imaginando y deseando, ninguna tendría un profundo significado sin el sacrificio que Jesús hizo por nosotros, pues al final del día, estos tesoros no los llevaremos al otro lado de la vida.
Jesús es la razón
Sí, la navidad sin recordar, conmemorar y reconocer que la verdadera razón de celebración es el regalo de Jesucristo, es vacía, pues es Él quien vino a salvarnos y darnos vida eterna. Es la piedra fundamental donde debemos regocijarnos, pues todo lo demás ha venido por añadidura, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16).
En otras palabras, Jesús es la razón para celebrar la navidad. Su nacimiento representó un gozo tan grande que en los cielos, una multitud de huestes celestiales, alababan a Dios, diciendo: ¡Gloria a Dios en las alturas,Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! (Lucas 2:13-14).
Paz, no la que se define como la ausencia de guerra o conflictos, sino aquella que sobrepasa todo entendimiento y que solo se consigue cuando una persona cuenta con la aprobación de Dios. Gracias a Jesús, y por la que los seres humanos podemos tener una relación de amistad con el Padre. Romanos 5:10 ”Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida”.
Es por esto que la navidad es mucho más que tiempo con regalos, luces, danzas y fiestas; es un tiempo para que meditemos en la influencia de Jesús en nuestras vidas, preguntarte cuanto más te pareces hoy a el. Es una época para recordarlo y renovar nuestra determinación de tomar no solo su nombre sino también su camino y vida entre nosotros. Es un tiempo para examinar nuestro interior y evaluar nuestros corazones, pensamientos, sentimientos y acciones, es un tiempo para honrar el regalo perfecto de Dios para con nosotros, su hijo unigénito.
No te confundas: es bueno y necesario dar gracias a Dios por todos los regalos que nos brinda cada día. El despertar, el mirar al mundo y tener una oportunidad más sin importar tu condición. Es maravilloso celebrar y disfrutar todas las bendiciones que nuestro Padre nos permite dentro de este lado de la vida, la familia, los hijos, nuestros padres y hermanos, lo bonito y torpe de la vida, sin embargo, el regalo más grande que Dios nos ha dado, a sido Jesus, quien murio por nosotros, para el perdón de nuestros pecados, nuestra salvación y vida eterna.
La invitación es a que no esperes el 25 de Diciembre para dar gracias por ese regalo tan maravilloso, hoy y ahora repite esta simple linea: ¡Gracias Jesús por tu sacrificio en la cruz, por la que aun sin merecerlo, fui perdonado!