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¡Gratitud en todo tiempo!

Agradecer, no es una costumbre que solo poseemos los seres humanos. Cada ser vivo que habita sobre la tierra, manifiesta agradecimiento de una u otra forma. Si plantas un árbol, te dará frutos que además te sirven como alimento, te proveerá protección y resguardo del sol o la lluvia, se vestirá de flores para anunciar las temporadas. Los animales que domesticamos agradecen con fidelidad, compañía y confianza, y hasta los silvestres muestran agradecimiento si son bien tratados.

Son muchos los ejemplos que demuestran que no solo los humanos tenemos la capacidad de ser agradecidos, pero, ¿Por qué damos gracias? y ¿Porque solo lo hacemos cuando sentimos que estamos en deuda con alguien?

Qué es gratitud

En primer lugar, debemos saber que la gratitud es más que un valor moral, es un sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos han hecho o han querido hacer y corresponder a él de alguna manera, esto según la RAE. Sin embargo, también tiene un valor y significado espiritual, sobre todo cuando somos conscientes de por qué y con quien debemos ser agradecidos.

Cuando decimos: ¡Agradece!, lo primero que viene a la mente es la razón por la que debo agradecer o ser grato, cuál fue el beneficio que obtuve que me condena a ser agradecido, cuál es el motivo por el que debo expresar a otro mi conformidad o satisfacción con algo, y cómo debo de expresarla, que en ocasiones puede ser en forma verbal, mental (agradecimiento que expresamos desde nuestro interior) o física, pudiendo comenzar con un “gracias” y terminando con un abrazo, o haciendo alguna otra cosa en retribución del favor recibido.

Ahora bien, es muy común dar gracias por las cosas que creemos son buenas para nosotros. Cuando nos damos cuenta de que alguien hizo algo a nuestro favor, cuando las cosas pasan y suceden de acuerdo a nuestro criterio y voluntad, agradecemos por cosas que creíamos que no eran fáciles o posibles. En fin, cuando algo extraordinario sucede, olvidando por completo ser agradecido por las cosas más básicas que están presentes todos los días y que no valoramos, hasta que nos faltan o hasta que sea demasiado tarde.

También es complicado dar gracias por las cosas no tan buenas, por las puertas cerradas, por las situaciones difíciles, por los retos y complicaciones del día a día, por las temporadas de espera o por los silencios que responden con violencia o por las personas difíciles que se cruzan en nuestro camino y nos retan a ser mejores seres humanos… En otras palabras, no entendemos que debemos ser agradecidos, aun cuando el resultado no es aparentemente a nuestro favor, deseo o voluntad. Después de todo, es difícil ver a través de una puerta cerrada, pero que puede guardar un león hambriento del otro lado.

Es en este punto donde nos debemos detener y hacer una pausa, pues la mayoría del tiempo obviamos voluntariamente la gran lluvia de bendiciones que Dios nos regala cada mañana, que damos por seguras e infinitas. No es muy común dar gracias por haber abierto los ojos hoy, cuando millones de personas no lo consiguieron. Tampoco es común dar gracias por aquella goma desinflada, cuando hay personas que deben caminar; mucho menos es común dar gracias por tu salud que aún está deteriorada, es el sueño de alguien en cama a punto de morir, es decir, debemos entender que hay bendición, aun en tu peor situación.

Aunque parezca irónico, en ocasiones solo agradecemos cuando alguien tiene mayores dificultades que nosotros, que tiene menos salud, alimento, un techo o un auto. Sólo somos agradecidos por nuestros esposos cuando vemos que el vecino golpea a su mujer, o cuando la esposa maltrata a los hijos mientras la nuestra consuela y abraza. Agradecemos por nuestros niños y cómo son, cuando vemos al hijo ajeno mal portado. En fin, solo agradecemos nuestra tormenta, cuando vemos el desierto ajeno y viceversa, aun cuando dice en Efesios 5:20 “dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”.

Sí, en este momento donde comienzas a darte cuenta que eres mas que bendecido y que no has agradecido lo suficiente a quien que te lo ha dado todo: tu aliento, tu vida, tus victorias y aquellas derrotas que te enseñaron y te hicieron madurar y crecer, aquel que cerró la puerta a aquello que tu querias pero él sabía no sería bueno para ti,. Aquel que te da una oportunidad nueva cada día, para que entiendas que Él está contigo aun cuando no lo veas, así como el aire que respiras. Es momento de que agradezcas, con todo tu corazón, a aquel que dio su vida por ti, aun cuando no has visto al espejo la obra que está haciendo contigo. 1 Tesalonicenses 5:18 “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.”

Es por ello, que aunque no entendamos en totalidad y no sea tan claro u obvio verlo, somos bendecidos cada día, hora, minuto y segundo, y desde esa perspectiva debemos ser agradecidos en todo momento, no solo en un día especial por un motivo especial, debemos aprender a agradecer a Dios por su fidelidad en cada temporada, por que sus bendiciones son todas, en lugar de muchas. 2 Corintios 9:15. “¡Gracias a Dios por su don inefable!”

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