Esta semana, mi esposa y yo decidimos comenzar a tener un día a la semana con nuestros hijos para aprender de la Palabra y orar juntos. Muchas veces estamos tan atareados con tantas cosas que decidimos hacer una pausa en nuestra semana y dedicar un rato como familia para escucharnos, dialogar sobre todo lo que pasa a nuestro alrededor y aprender de la Palabra. Fue un momento muy bonito donde pudimos compartir juntos y créanme, nos hacía mucha falta y esperamos que sea la norma en nustro hogar.
Durante la plática, les pregunté qué cosas actualmente les causaban ansiedad. Sus respuestas fueron variadas, pero en general, las mismas: les preocupa sus amigos. Les preocupan las finanzas. Les preocupa fracasar, obtener bajas calificaciones en la escuela. Les preocupa la muerte, y les preocupa estar solos en la vida. Sus respuestas me sorprendieron, ya que aunque son adolescentes, no pensaba que diariamente tuvieran tantas preocupaciones y cargaran tanta ansiedad, como yo. No obstante, sentí en mi corazón de parte de Dios compartirles este pasaje de la escritura en Filipenses:
“6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. (Filipenses 4:6-7).”
La vida está llena de constantes cambios, retos, posibilidades y miedos. Y es muy difícil, aún para nosotros, no tener ansiedad por las cosas que trae la vida. Por el sustento. Por el hogar, y hasta por la enfermedad. Todas estas preocupaciones estarán en nuestras vidas constantemente. La diferencia para nosotros es que tenemos una esperanza en Dios que el mundo no tiene.
Durante la charla les pregunté: “¿Qué podemos hacer para no tener miedo a las malas calificaciones?” — “¡Estudiar!”, respondieron. “¿Y para no tener miedo por las finanzas?” — “Aprender una profesión y trabajar.” “Entonces,” les dije, “para poder evitar tener miedo, necesitamos tener conocimiento. Y el conocimiento, es entender las cosas para poder enfrentarlas. Por lo tanto, mientras más conocimiento tengamos de algo, menor será nuestra ansiedad.”
Lidiando con la ansiedad
Ahora bien, habrá momentos en nuestras vidas donde por más que nos preparemos, por más que estudiemos y por más que conozcamos de un tema, nos quedaremos cortos para poder lidiar con las diferentes situaciones, y por ende, nuestras ansiedades. Y es ahí en ese momento, donde nuestros conocimientos se quedan cortos, cuando la grandeza de nuestro Dios toma el lugar para liberarnos de toda ansiedad.
La paz de Dios es difícil de explicar. Es una paz que opera más allá de lo que entendemos, o podemos expresar. Es una paz que sobrepasa nuestro intelecto, nuestra preparación y nuestros sueños. Es ese momento donde todo en nosotros nos hace tener miedo y ansiedad, y cuando nada en nosotros puede cubrir el temor, es allí donde podemos recurrir a nuestro Padre y dejarle conocer a Él cuales son nuestras cargas. ¿El resultado? Una paz indescriptible, que no se puede medir… Que va más allá de diagnósticos, de estudios, de preparación y más que nosotros mismos.
Quizás estás pasando por un momento de ansiedad. Quizás lo que has construido en tu vida se te está desmoronando, poco a poco. Y es posible que en este momento tus emociones se quieran llevar lo mejor de ti, causando que entres en un proceso de tristeza, de dolor y de angustia. Pero quiero presentarte a un Dios que te puede dar una paz mayor que cualquier diagnóstico, cualquier problema y cualquier situación. Es la Paz de Jesús.
Te invito a que este fin de semana le busques. Estoy seguro que si le pides, Él, con todo su amor te dará conforme a su perfecta voluntad. Pero lo mejor, que te dará una paz que sobrepasa todo lo que puedas imaginar. ¿Quieres descubrirlo? ¡Te esperamos en casa este domingo!
