Definitivamente el mundo vive acelerado. No había terminado bien el mes de agosto y ya las tiendas están llenas de artículos navideños. Entras al supermercado y ya puedes encontrar un sinnúmero de postres alusivos al otoño, cuando aun no ha finalizado el verano. El problema más grande es que nosotros nos hemos acostumbrado a llevar una vida acelerada, ya es parte de nuestro estilo de vida.
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.” Eclesiastés 3:1
Eclesiastes 3 nos expresa que hay un tiempo señalado para cada cosa y que todas esas temporadas son necesarias en nuestras vidas. Cada evento o dificultad que enfrentamos, cada temporada, es necesaria para nuestra formación, madurez y crecimiento.
En nuestra estilo de vida acelerado, muchas veces pretendemos adelantar temporadas para las cuales aun no estamos preparados. Queremos celebrar navidades en septiembre, cuando aún estamos en la temporada más alta de huracanes y el calor del verano aun está presente.
La importancia de esperar
Yo sé lo difícil que es esperar. Esperé once años para recibir la bendición de ser madre. Al dia de hoy, comtemplo mis años de espera y puedo ver como fue un tiempo de preparación. Agradezco la espera, porque la espera me ha permitido disfrutar de mi maternidad con otra perspectiva y con una madurez que aun no había desarrollado.
Lo importante es saber que todo Dios lo hace hermoso en Su tiempo. Disfruta la temporada en la cual estás. No te adelantes, no tengas prisa. Goza los días de calor y no te adelantes a la temporada, porque de todas formas, al tiempo de Dios, vas a disfrutar las próximas temporadas que Dios ha preparado para ti. Y mientras esperas el cumplimiento de lo que hará Dios en tu vida, ¡celebra! ¡Adora! ¡Sirve! Dios tiene algo hermoso preparado para ti. Mientras esperas, servimos para que Dios se glorifique en todo lo que hacemos y decimos.