Skip to content Skip to sidebar Skip to footer

¡Nuevos comienzos!

Comenzar quizá sea uno de los verbos que encierra más poder y dificultad al mismo tiempo. Es la acción inicial de cualquier proceso y, aun así, también puede hacer referencia a un final. Es decir, puede ser el inicio de algo e incluso puede ser el inicio de un fin. Tiene, además, la fuerza de ser espontáneo; cuando algo comienza, no necesariamente es porque tuvimos la voluntad de iniciarlo. Sin embargo, controla cada segundo de nuestras vidas, porque incluso no comenzar es una decisión que comienza a llevarnos por otros caminos.

Es por esto que el comienzo y los resultados de los comienzos están estrechamente entrelazados con nuestras decisiones. Cuando decidimos ir por un nuevo camino, automáticamente estamos comenzando a cambiar la trayectoria, estamos comenzando a cambiar el destino, cambiamos el panorama; comenzamos, en general, a cambiar hasta nuestra manera de pensar, convirtiéndose en una cadena de comienzos que influyen en toda nuestra vida.

Ahora bien, comenzar en ocasiones es lo más difícil entre todas las cosas. Muchas veces tenemos la idea de cómo hacerlo, las herramientas, las oportunidades, los motivos, incluso la voluntad. Sin embargo, ese verbo se vuelve, de una u otra manera, la parte más difícil: pasar de simplemente quererlo, desearlo o planearlo a accionarlo. En muchos casos se siente desafiante y amenazante, tal vez por miedo, incertidumbre, inseguridad o cualquier otro motivo, marcando así la gran diferencia entre comenzar un nuevo camino o continuar en el mismo.

Mirar hacia adelante, no hacia atrás

Por otro lado, muchas veces la decisión de un nuevo comienzo se retrasa porque constantemente miramos atrás. Nuestras memorias de cuántas veces lo hemos intentado y “fracasado” nos visitan, congelando nuestro ser por completo y haciendo que nos repitamos constantemente alguna frase derrotista: no puedo, nada cambiará, no sirvo, ya lo intenté, no lo merezco, eso es para alguien más, es demasiado tarde… Estas son de las excusas más comunes que nos autoinfligimos.

Sin embargo, todas estas “excusas” o “razones” suceden por solo una causa: olvidamos lo que dice la Palabra en Lamentaciones 3:22-23: “Por la misericordia del Señor no hemos sido consumidos, porque nunca decaen sus misericordias; nuevas son cada mañana, grande es tu fidelidad.”

Estas palabras son un recordatorio poderoso de que cada día es una nueva oportunidad para comenzar de nuevo. Sin importar cuán grande haya sido nuestro error o cuán lejos nos hayamos desviado, la misericordia de Dios se renueva diariamente, ofreciéndonos un lienzo limpio para escribir una nueva historia.

Comenzar y recomenzar es el pan nuestro de cada día. Con cada mañana nuestras esperanzas se renuevan. Cada mañana es una nueva oportunidad de un nuevo comienzo. Cada despertar es un regalo que tenemos para cambiar la historia de nuestras vidas, intencional o voluntariamente. Sin embargo, cada comienzo tiene su temporada, y en nuestras manos está la diferencia entre seguir como hasta hoy o movernos a un nuevo comienzo que nos lleve a una vida plena.

La importancia de empezar una y otra vez radica en la perseverancia y en la humildad de reconocer que no somos perfectos, pero que estamos en un proceso continuo de transformación. Es por eso que Pablo, en Filipenses 3:13-14, nos dice: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. Nos enseña que los nuevos comienzos requieren dejar atrás el peso del pasado y avanzar con determinación hacia lo que Dios nos llama a ser.

Ciertamente, en la vida habrá momentos en los que tropecemos, ya sea por nuestras propias decisiones o por circunstancias fuera de nuestro control. Sin embargo, la Palabra nos asegura que Dios no se cansa de nosotros y que, si nos volvemos a Cristo, nuestro pasado no tiene vínculo con lo que somos ni con lo que podemos ser. Como dice la Palabra en 2 Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”

La buena noticia es que Dios se especializa en nuevos comienzos. Es un Dios de segundas oportunidades, siempre dispuesto a restaurarnos, sin importar cuántas veces caigamos o necesitemos empezar de nuevo. Estas oportunidades diarias son un regalo divino. Son, además, una invitación a renovarnos y acercarnos al propósito que Dios tiene para nosotros, recordándonos constantemente que su misericordia y su invitación constante es a renacer en Él.

Finalmente, la invitación es a que no temas empezar de nuevo, así sea una y otra vez. Ten presente que cada paso que das, cada esfuerzo por levantarte, es un testimonio de tu fe en el Dios que nunca te abandona. Abraza los nuevos comienzos como un reflejo de su gracia, sabiendo que Él está contigo, guiándote y renovándote en cada etapa de tu camino. Justo como dice la Palabra en Eclesiastés 3:1: “Todo tiene su tiempo”, y cada nuevo comienzo es una temporada que Dios usa para moldearte y acercarte a su corazón y propósito.

Leave a comment

¡Suscríbete a nuestra lista de correo!