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¿Tienes tus ojos abiertos?

De todos nuestros sentidos, del que más somos dependientes sin duda alguna es de la vista, ya que nuestros ojos nos dejan percibir el mundo tal y como nos rodea, sin importar si después nosotros podemos, queremos o no interpretar de manera correcta o acertada la información que ellos nos entregan.

En ocasiones es fácil expresar e interpretar lo que nuestros ojos ven. Nuestro cerebro recibe las imágenes y se encarga de darle una lectura de acuerdo a nuestras experiencias y memorias, dándonos un cuadro más específico sobre qué estamos viendo y cómo reaccionar o actuar ante ello. Es también la vista quien nos permite cambiar ideas y pensamientos, pues nos ayuda a comparar y recibir nuevas perspectivas con mayor facilidad para algunos casos.

Nuestros ojos, además, juegan otro rol importante. Tal como hemos comentado anteriormente en otras reflexiones, a través de nuestros ojos crecen muchos de nuestros sentimientos, conductas y comportamientos; nos llevan por caminos diferentes y es, contradictoriamente, quienes nos permiten coincidir o diferir de las otras personas.

“…podemos ver, pero aun así, no sabemos qué hacer con la información que nos llega, cómo interpretarla, pero sobre todo cómo responder ante ella.”

Sin embargo, existe una condición básica para todo este funcionamiento, y es que podemos tener el sentido de la vista en perfecto estado operacional y de salud y aun así, tener nuestros ojos cerrados. Es decir, podemos ver, pero aun así, no sabemos qué hacer con la información que nos llega, como interpretarla, pero sobre todo cómo responder ante ella.

Por lo antes descrito, es que en muchas ocasiones necesitamos ver con diferentes ojos y perspectivas lo que sucede a nuestro alrededor, no de forma real, sino de forma metafórica, como aquel poema romántico que dice: “…me gustaría que te vieras a través de mis ojos, para que entiendas que significas para mi…”. En pocas palabras, es una invitación a verse desde otra perspectiva, a través de otro tipo de observación.

Ahora bien, esto no solo sucede con nuestra personalidad: de la forma que somos percibidos ante el mundo, normalmente no corresponde con lo que nosotros creemos y afirmamos de nosotros mismos. Sin embargo, esto también sucede en el plano profesional y laboral, con las amistades o familiares, pero más importante aún, a nivel espiritual, aunque en primera instancia, no le demos el valor que tiene.

Todo sucede con un propósito.

No es de asombrarse cuando decimos que es la que menos importancia le damos, ya que es la más fácil de ignorar (pues no tenemos a alguien constantemente corrigiendonos, incluso dentro de nuestros pensamientos), pero es porque además es la más difícil de entender e interpretar, sobre todo, porque no tenemos ni la capacidad, ni la disposición para abrir nuestros ojos espirituales, que no significa necesariamente que podamos ver ángeles y demonios a nuestro alrededor, pero que sí significaria poder ver y entender cómo Dios obra en nuestras vidas.

Un ejemplo que podemos utilizar para ilustrar esta idea, es cuando sin “causa aparente” o “lógica”  nos salvamos de ir en el auto que tuvo el accidente, o cuando el de al lado fue robado y yo no, o cuando no llegamos a algún sitio y resultó que no era necesario; en todos esos casos, con tus ojos humanos dirías que es una gran coincidencia, suerte o fortuna, pero la verdad es que todo sucede con un propósito para los hijos de Dios.

Una referencia que podemos utilizar para entender mejor este concepto, lo encontramos en la Palabra en 2 Reyes 6:16-17 “Él le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo”.

Quiere decir, que si tuviésemos la oportunidad de abrir nuestros ojos espirituales, seguramente entenderiamos por qué se abrieron o se cerraron aquellas puertas que tanto anhelabamos; entenderíamos mejor porque personas llegaron y salieron de nuestras vidas dejando profundas huellas, por qué nuestros caminos han tenido tantos altos y bajos, algunos tan dolorosos que cuestionamos su compañía, pero sobre todo entenderíamos que nunca hemos estado solos, sino que siempre nos ha acompañado, como dice Deuteronomio 31:8 “Y Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides.”

Hoy, la invitación es no solo para abrir los ojos espirituales, que nos permitan un mayor entendimiento de nuestra vida, nuestro camino y nuestro propósito, es una oportunidad para además abrir los ojos del corazón, del entendimiento, de la sabiduría, del gozo, de felicidad plena que ofrece Dios a todos sus hijos, además, recordando poner esa mirada en las cosas importantes como dice la Palabra en 2 Corintios 4:18 ”no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.”

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