Hoy en día, nuestra sociedad enfrenta un grave problema en cuanto a lo que significa ser “padre”. Según las estadísticas del Censo de los Estados Unidos, cerca de 18.3 millones de niños (aproximadamente 1 de cada 4) viven sin un padre (varón) en su núcleo familiar. Adicionalmente, el 80% de las familias con una sola figura paternal consta de madres solteras, y aunque el divorcio es una causa de esto, el 40% de estas mujeres han tenido a sus hijos fuera del matrimonio. Esto pone a Estados Unidos como la nación con mayor número de familias en el mundo sin un padre en el hogar.
Los resultados son devastadores. Estudios revelan que el 70% de los juveniles en instituciones correccionales de los Estados Unidos provienen de familias sin una figura paternal en su hogar. Otro estudio revela que jóvenes que no tienen un padre en su hogar son 279% más propensos a lidiar con situaciones de crimen, drogas, portación ilegal de armas y desviación social, y son 20 veces más propensos a pasar tiempo en la cárcel a temprana edad. Otros estudios sugieren que aproximadamente el 63% de los suicidios juveniles y el 85% de los jóvenes con problemas de comportamiento provienen del mismo núcleo familiar: uno donde no hay un padre en casa. Por otro lado, y como es de esperarse, estudios revelan que niños que viven con un padre en su entorno familiar son más propensos a tener éxito académico, disfrutan de mejor salud mental y social y generalmente obtienen mejores oportunidades en la vida.
“…Como padres, hemos relegado la labor social y ministerial que nos corresponde, permitiendo que todo tipo de información y formación social y espiritual provenga de fuentes que no corresponden a la naturaleza que Dios nos ha dado. “
No obstante, la mera presencia de un padre en el hogar no es suficiente. Un estudio reveló que la vasta mayoría de los niños y jóvenes en edad escolar pasan menos de 30 minutos en conversaciones uno-a-uno con su padre, mientras que pueden pasar más de 40 horas a la semana jugando videojuegos, navegando el internet o viendo programas de televisión. Y es aquí donde radica el problema: como padres, hemos relegado la labor social y ministerial que nos corresponde, permitiendo que todo tipo de información y formación social y espiritual provenga de fuentes que no corresponden a la naturaleza que Dios nos ha dado.
Entonces, ¿cómo podemos enfrentar esta situación? La Palabra nos ofrece cuatro cosas que podemos hacer para ser mejores padres y hombres de Dios en nuestras familias:
1 Corintios 16:13-14 “Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos. Todas vuestras cosas sean hechas con amor.”
“Velad”. En primer lugar, debemos ser diligentes en velar por nuestras familias. Un padre no es solamente una persona que provee sustento económico a la casa; un padre es una persona que vela constantemente por el bienestar de sus hijos y de su familia. A nosotros cómo padres nos toca ser los que vigilan lo que sucede en nuestras casas. Tenemos que estar alertas a qué están consumiendo nuestros hijos, y estar listos a actuar cuando algo quiere dañar la mente y el corazón de nuestras familias. Pero no solo eso, sino también nos toca provocar la Presencia de Dios y dejar que Dios mismo forme nuestros hogares. El salmo 127:1 dice: “Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia.” Por lo tanto, ¿quién está formando tu hogar? ¿Las redes sociales? ¿Los “influencers”?
“Estad firmes en la fe”. Cómo padres, tenemos que ser los primeros en ser firmes en nuestros principios, dedicados en nuestros propósitos y esforzados en ser los primeros que busquemos la Presencia de Dios en nuestras familias. Hoy en día, las iglesias viven un fenómeno donde son las madres las que se esfuerzan en ir a la iglesia, en buscar la integridad en su hogar y que sus hijos sirvan al Señor; pero cómo sacerdotes de nuestros hogares, nos toca a nosotros los hombres ser los que van adelante buscando la Presencia de Dios, siendo esforzados y firmes al momento de dedicar tiempo a buscar la Presencia de Dios. Isaías 26:3 dice: “Al de carácter firme lo guardarás en perfecta paz, porque en ti confía.” ¿Quieres paz en tu hogar? Sé firme en tu decisión de confiar en Dios en todo.
“Portaos varonilmente”. Hoy en día, el enemigo ha puesto todo su enfoque en tergiversar y dañar el significado de la palabra “varonil”, relegando su significado a mediocridad, toxicidad y ser cosa del pasado. La palabra varonil utilizada en el lenguaje original significa “ser valiente”. Tenemos que ser valientes por nuestros hijos, por nuestros hogares y matrimonios. Tenemos que ser tenaces y atrevidos, y no permitir que el desánimo y la ansiedad gobiernen nuestras vidas. Deuteronomio 31:8 dice: “Y Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides.” Por lo tanto un hombre y padre valiente no es aquel que se atreve a luchar, sino también aquel que sabe que Dios es quien va delante de nosotros. Y si Dios va delante de ti, ¿quién podrá contra ti?
“Esforzaos”. Cuando escuchamos la palabra “esforzaos”, siempre pensamos en ser valientes, atrevidos o tenaces. Pero Lucas 13:24-25 dice: “24 Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. 25 Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.” Por lo tanto, cuando tú, cómo padre, guardas la puerta de tu casa, y la cierras, el enemigo tratará e intentará de todas maneras entrar a tu casa y no podrá. Por lo tanto, “esforzaos” no es una actitud, sino una acción.
Cómo padres, no nos toca rendirnos. No podemos desalentarnos. Es una tarea difícil, porque la ansiedad, la frustración y el desánimo siempre tocaran las puertas de nuestro corazón. Pero ser Padre quiere decir que somos los que tenemos que esforzarnos por provocar el cambio en nuestras familias. Como Pastor, he visto tantas familias donde los hombres han relegado su posición sacerdotal, pensando que sólo son los que mandan, los que proveen el sustento y que tienen que ser satisfechos o los que son más importantes. Pero ser sacerdote de tu casa significa que a ti es quien se te ha otorgado la responsabilidad de ir adelante, cargar la cruz por tu familia y ser la primera persona en estar de rodillas buscando la presencia de Dios en tu hogar. ¡Seamos padres conforme al propósito de Dios!
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