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Los tres caminos

A lo largo de nuestras vidas, en todos las áreas posibles de nuestra existencia, hemos andado caminos que nos han llevado en diferentes rumbos, algunos de esos caminos tuvieron un fin, otros sólamente comenzaron y en otros aun andamos en ellos. 

A lo largo de esos recorridos, hemos alcanzado algunas metas, posiblemente unas de gran valor y otras de menor significado. Pero todos estos caminos que recorremos se pueden clasificar en tres maneras: el primero sería el fácil, que no requiere que nos esforcemos mucho, el segundo sería el más corto que nos trae resultados más rápido pero puede llevarme a lugares incorrectos, y por último el correcto: el que requiere que te esfuerces; no necesariamente es el más corto, pero es el que da mayores frutos a largo plazo.

Hoy en día, pareciera que tuviéramos a nuestra disposición diversos caminos y opciones para conseguir nuestros cometidos. Y con tanta diversidad, se puede hacer difícil rechazar el tomar atajos para alcanzar lo que queremos. Inclusive, muchas veces tomamos caminos sin ni siquiera pensar en las consecuencias de esos caminos, menos aún cuando hablamos de aquellas que nos alejan de nuestro Padre. En Levíticos 26: 3-4 nos dice la Palabra; Si anduviéreis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiéreis por obra, yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto.”

Cada día, nos encontramos con estos caminos y en cada momento debemos tomar la decisión de seguir algunas de esas opciones. Un ejemplo que nos ayudará a entender este contexto y que con el que seguramente nos podemos identificar seria el aspecto económico: si tuviésemos alguna necesidad y no estuviéramos en la disposición de hacer algo al respecto, un camino fácil sería el de no hacer nada y pedir dinero en una esquina, así tome su tiempo. Probablemente la caridad de algunas personas daría los frutos a ese camino fácil; sin embargo, ¿Cuánto nos alejaría de Dios, sabiendo que nos estamos aprovechando de la caridad para nuestro propio beneficio?

El segundo camino sería el corto. Este camino, que no es necesariamente fácil, ofrece resultados rápidos, pero también nos podría traer otras consecuencias un poco más duras para nuestras vidas. Si en lugar de pararnos en una esquina a mendigar en pleno uso de nuestras facultades, y decidimos robar, el fruto del trabajo de alguien más o quizás robar un banco, podría además de alejarnos inequívocamente de nuestro Padre, iríamos presos, aumentando así nuestra lista consecuencias y dificultando más nuestra situación. En otras palabras, los caminos rápidos, aunque nos ayudan a alcanzar nuestro objetivo, nos hace ignorar las graves consecuencias de los procesos.

Por último, tendríamos el camino correcto. Lo ideal sería conseguir algo en que trabajar, donde con nuestro esfuerzo e intelecto honremos nuestras necesidades. Obviamente, no es fácil para nadie, mucho menos sería rápido, pero con toda seguridad, sería el correcto, el que nos llevaría a estar un paso más cerca al Padre, tal como dice la Palabra en Mateo 7:13-14: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”.


Esto nos lleva a autoevaluarnos y hacernos la pregunta de cuál camino estamos eligiendo en cada una de las áreas de nuestras vidas. Cuáles caminos fáciles nos están apartando de Dios, si es el odio, el rencor, la envidia o quizás la amargura, en pensar en cuáles consecuencias estamos pagando a causa de ellas. Puede ser la soledad, la depresión, la angustia o tal vez el miedo, solo por mencionar algunas. Pero por sobre todo, ¿por qué no mejor seguir el camino correcto y seguir a Jesús? Isaías 48:17 “Así ha dicho Jehová, redentor tuyo, el santo de Israel, yo soy Jehová tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina por el camino que debes seguir”.

¡Escoge el camino correcto hoy!

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