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Comprométete con Dios primero

“Compromiso”, normalmente es una palabra (obligación contraída) que definida por sí misma genera gran rechazo. Usualmente, las personas en general huyen de su significado por diferentes razones, que van desde el miedo hasta simplemente falta de interés en hacer uso de ella.

La verdad es, que a pesar de no ser una definición que nos guste, es el compromiso el que nos hace avanzar cada día. Muchas veces lo hacemos de manera automática, porque se disfraza de otro tipo de conveniencia, y otras muchas veces la usamos simplemente como medio para conseguir un propósito. Lo cierto es, que manipulamos el compromiso, la moldeamos y ajustamos a nuestra conveniencia, dependiendo de lo que debemos sacrificar. Si este precio es muy alto o es muy difícil de mantener,  probablemente el compromiso se verá afectado, y por ende acabado.

Existen varios niveles de compromiso, o mejor dicho, existen personas que tienen una definición de compromiso mucho más exigentes que otras. Esta exigencia va a depender del nivel de madurez personal, emocional y espiritual, además de la moral que cada uno tenga. Por ejemplo, el compromiso que tiene un padre para sustentar a su familia, normalmente traspasa los límites de lo físico y emocional; es decir, llueva o truene, enfermo o no, él sale a buscar el pan de cada día, porque su compromiso para surtir su hogar requiere de ese sacrificio. Sin embargo el compromiso con su empleador, es totalmente diferente, pues si el sustento está garantizado, muy probablemente se tomaría unas vacaciones.

Una de las características más importantes del compromiso, es el tiempo. El tiempo es un directo validador del compromiso, pues, un compromiso real, será puesto a prueba a medida de que el reloj avance y el sacrificio o inversión sean mantenidos en ese transcurrir. 

"El tiempo es un directo validador del compromiso, pues, un compromiso real, será puesto a prueba a medida de que el reloj avance y el sacrificio o inversión sean mantenidos en ese transcurrir. "

Ahora bien, vivimos en un tiempo donde queremos comprometer tiempo a todo: trabajo, familia, tiempo de ocio, entre otros, hacemos un manojo de compromisos, que normalmente y como mencionamos anteriormente modificamos y manipulamos a nuestra conveniencia, como si tuviéramos el control real sobre todas las situaciones y olvidándonos del compromiso más importante de todos, el compromiso con Dios. Deuteronomio 4:23 ”Guardaos, no os olvidéis del pacto de Jehová vuestro Dios, que él estableció con vosotros, y no os hagáis escultura o imagen de ninguna cosa que Jehová tu Dios te ha prohibido”.

Aceptamos y buscamos compromisos en cada parte de nuestras vidas. Cada día, nos comprometemos con bancos para tener casas y carros, nos comprometemos con personas para ser socialmente aceptados, nos comprometemos con trabajos para obtener beneficios económicos, nos comprometemos con una pareja para no andar solo por el mundo, nos comprometemos con nosotros mismos para mostrar al mundo nuestros logros y hacer alarde de ellos. Sin embargo, todo tiene fecha de caducidad en esta vida. Luego viene la eternidad, y el único compromiso que nos salvará para ella, es el compromiso con Dios. 1 Juan 2:17 ”Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.

El compromiso también es un acto de lealtad, que exige lo mejor de nosotros para que sea cumplido. No importa cual sea el campo del compromiso, siempre exigirá nuestra máxima atención, dedicación, tiempo y esfuerzo, pues sabemos que su fruto significa más que todo el sacrificio que podamos hacer para mantenerla, porque nuestra mente y corazón están puestas en ese objetivo especifico. Ahora bien, pregúntate a ti mismo: ¿Vale la pena comprometerse con las cosas de este mundo, destinadas a caducar o te comprometes con Dios en busca de una vida eterna? Juan 17: 3 “Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”.

Si has llegado hasta aquí en esta lectura, tómate unos segundos para revisar cómo está tu compromiso con Dios, pregúntate si con el mismo nivel de moral y empeño que tienes en los demás compromisos, tienes también el compromiso con tu creador. Deuteronomio 6:5 “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.”

Solamente así Dios podrá mostrarte su propósito para tu vida, pero es necesario tomar una decisión.

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