“Confianza” es una palabra que describe genuinamente nuestra fe. En realidad, no importa mucho si eres religioso o no para tenerla. Es una simple cuestión de interpretación y enfoque: digamos que vas en tu vehículo a cierta velocidad, con total certeza confiarías tu vida a la seguridad que el te brinda, de otra forma no lo utilizarias, pues no tendrías la certeza de que estarías a salvo manejando a gran velocidad.
Comenzamos usando este ejemplo por tres razones, la primera, obviamente es para interpretar una definición de confianza, basada en la Fe, que según la RAE (Real Academia Española) la define textualmente como: ‘Creencia o confianza’; Aunque para ser honesto, me gusta definirla mejor como dice la palabra en Hebreos 11:1 “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Como podrás entender en este momento, ya sabes que tienes Fe, al menos a tu auto, si lo tienes.
La segunda razón por la que usamos este ejemplo es para ilustrar cómo tratamos y usamos la confianza, o más bien como ella es parte importante en nuestra vida diaria aún sin percibir que está allí. Digamos una vez más que sales en tu auto, pero esta vez él se accidenta en medio de la vía. Te sentirás nervioso, frustrado o enfadado y te tomará unos segundos en decidir a quién llamar por ayuda, es decir, a alguien más en quien confíar que te pueda dar una solución, bien sea reparar el auto, llevarlo al taller o simplemente a alguien que te saque del medio de la vía donde te varaste.
Una vez que confiaste en ese otro alguien que te ayudó con tu vehículo, pasan varias cosas que entrarán en contraste, que son significativas y que modelan nuestra vida casi de forma imperceptible. Lo primero que sucede es que no tendrás la misma confianza en tu vehículo, pues te ha fallado (y ya todos sabemos lo difícil que es recuperar la confianza en algo o en alguien). Pero lo segundo que sucede, es que estarás convencido de que si te falla de nuevo, alguien va a poder repararlo nuevamente. Por lo tanto, aunque la confianza se pierde, ganarás el conocimiento de saber que las cosas, aunque parezcan seguras, se pueden reparar.
La tercera razón es algo más compleja, ya que en algún punto de nuestras vidas esa fe y confianza que hemos llevado de un lugar a otro, que tenemos en personas, cosas y hasta esa que nos tenemos a nosotros mismos tiende a desaparecer. Es ahí cuando llegan todas nuestras angustias, molestias y frustraciones, pues nos dedicamos a confiar en cosas de este mundo que por su propia naturaleza imperfecta nos van a fallar y por ende quebrantan nuestra pobre confianza. Pero la Palabra dice en Hebreos 10:35 “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón”
Es en este momento que debemos auto-analizarnos, hacer una revisión de nuestros pensamientos y nuestro corazón y preguntarnos a nosotros mismos donde está puesta nuestra confianza. ¿Se la brindamos a todas las cosas y personas del mundo que terminan por defraudarnos, dejándonos huérfanos de confianza y pobres de Fe?
Ahora bien, seguramente te sentirás perdido y te preguntarás: “¿Entonces, en quien confiaré?” La respuesta nos las da la Biblia en Proverbios 3:5-6 “Confía en el Señor de todo corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos,Y él enderezará tus veredas.“
Como seres humanos queremos tenerlo todo, lo que necesitamos y un poco más, pero muchas veces tendremos que continuar andando nuestro camino, aun cuando no tenemos todo lo que necesitamos, pero confiando en que el Señor suplirá cada necesidad. La Palabra nos afirma en Filipenses 4:19: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.”
Por lo tanto, ya sea que acabas de despertar tu conciencia sobre en cuantas cosas del mundo tienes puesta tu confianza, o puede que ya no la tengas en nada ni nadie debido a que te han fallado miles de veces, si sientes que hoy no hay una salida para tus problemas, cualquiera que sea, si crees que estás en un callejón sin salida y no existe aparente respuesta a tus miedos e inseguridades, te invitamos a seguir al Señor hoy, quien espera feliz y pacientemente confíes en Él.
El hace la promesa que nadie más puede cumplir, tal como dice Isaías 41:10 “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.”
¿En quién tienes tu confianza hoy?