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Hermosos son… ¿los pies?

Romanos 10 es uno de mis pasajes favoritos, ya que el contenido de este capítulo debe resonar en la mente de toda persona que se llama a sí mismo “discípulo de Jesús”.

Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación.

Romanos 10:1

La introducción a este capítulo es una de las frases más interesantes que Pablo les escribe a los Romanos, diciendo, “lo más que anhelo es que tú y tu casa sean salvos”. Ahora bien, dentro de esta proclamación, aparecen varios argumentos que no debemos pasar por alto. Del verso 2 hasta el 9, Pablo hace un emotivo discurso, estableciendo varios argumenos:

  1. El fin de la ley (de ese entonces) es atraer la salvación en Jesús (v4),
  2. La justificación por la ley, basada en lo que hacemos, trae vida… (v5)
  3. …pero la justificación por fe trae salvación (versos 6 al 7)

No obstante, toda esta introducción se estableció para llegar al punto más importante de nuestra vida como cristianos:

…Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

Romanos 10:8b, 9, 10

Aquí hay dos declaraciones muy importantes que debemos aprender: nuestro mensaje como Iglesia en Salt&Light Church es sencillo: Primero, confesamos con nuestra boca que Jesús es Señor; segundo, creemos en nuestro corazón que Dios (el Padre) lo levantó de los muertos y tercero: proclamamos públicamente nuestra salvación como testimonio al mundo. Por lo tanto, parte de nuestro objetivo en la tierra es CONFESAR, CREER y PROCLAMAR. Pero más adelante en este pasaje Pablo nos hace una enseñanza muy importante. Dice los versos 12 y 13: “Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Por lo tanto, esta salvación es accesible a todo el que la busca, adquirible a todo el que la desea, y concedida a todo el que la invoca.

Pero esta revelación no viene sin una exhortación: el apóstol Pablo nos hace el reto de no solamente creer que Jesucristo es el Hijo de Dios, sino también hace una comparación a todo aquél que anuncia esta salvación:

¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Romanos 10:15

¡Qué maravilloso es saber que podemos proclamar a Jesús, y embellecer nuestros… ¿pies? En este pasaje no dice que la persona que proclama la salvación es “hermosa”. Cuando vas a todo lugar, seguirás siendo… tú. Con todos tus defectos, con todos tus problemas. Inclusive, seguirás teniendo las mismas batallas. Pero la Palabra establece un principio sencillo: Dios hace hermoso tus caminos.

La palabra “hermoso” en este contexto quiere decir “que llega justo a tiempo” (Strong 5611). Quiere decir que nuestro mensaje llega en el tiempo preciso, en el momento apropiado. Muchas veces queremos que nuestros hijos, esposos, amigos y familiares conozcan a Jesús y a veces lo hacemos de una manera insistente, que poco aporta a la salvación de las personas. Pero la Palabra indica que nuestro mensaje es “hermoso” en el sentido de que llega a tiempo, y es en el tiempo necesario. Por lo tanto, si anhelas la salvación de tu familia y amigos, aprende a hacerlo en el momento correcto. Estamos seguros que cuando llegue ese momento apropiado, Dios te usará para hablar salvación a la gente que te rodea.

Segundo, los pies en el antiguo testamento no eran la parte más hermosa de una persona. Estando en el desierto, los pies siempre estaban expuestos al clima, al sol, y a la arena. Pero Jesucristo hizo algo increíble en Juan 13: lavó los pies de sus discípulos. Los discípulos, impactados, no podían entender que Jesús, el Mesías, estaba lavándole los pies a ellos. A tal nivel que Simón Pedro trató de “regañar” al maestro diciéndole: “No me lavarás los pies jamás.” Pero Jesús en su infinito amor, le respondió: “Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.”

¿Qué nos estaba diciendo Jesús a través de ese acto? Que nuestro mensaje debe ser limpio, de hermoso aspecto. Que nuestro caminar debe ser justo, dirigido por la Palabra, aplicado con toda devoción y perseguida con todo el anhelo de nuestro corazón. Pero también Jesucristo mismo murió en la cruz para limpiarnos, para darnos un aspecto agradable, y para decirte en esta mañana que tú también puedes llevar ese mensaje de amor, de esperanza y de sanidad a un mundo herido, porque Él mismo lavó tus pies en la cruz.

Quizás hoy tus pies estén sucios por la dificultad de tu camino. Y es probable que tú, como yo, puedas decir “jamás seré limpio. Siempre estaré sucio”. Pero Dios te dice hoy:

“Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”

2 Corintios 12:9

¡Que tus pies brillen en todo lugar!

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