“Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.” Hechos 2:44-47
Uno de los principios más importantes de la iglesia en sus comienzos, era el concepto de la comunidad. En la antigüedad, la iglesia no era simplemente un edificio donde se adoraba a Dios, sino que era el lugar donde todos, los que habían creído en Jesús, se reunían. Por lo tanto, la iglesia no se consideraba un lugar físico, sino la unión de todos los que creyeron en Jesús, reunidos con sencillez y alegría de corazón.
Sin embargo, al transcurrir los años, el término “iglesia” fue lentamente transformando su significado hasta convertirse en lo que conocemos hoy. Para un cuantioso número de personas, una “iglesia” es un templo, un edificio o una organización, por el contrario, para aquellos primeros creyentes, la iglesia significaba mucho más. Habían tres cosas significativas que sucedían en la iglesia original que vamos a resumir a continuación:
- Compartían el Pan: En la cultura judía, compartir el pan era una señal de comunión y unidad, además significaba una expresión de amistad y armonía con los que se encontraban allí reunidos. Por otro lado y aún más importante, el pan también simbolizaba la provisión divina y la bendición de Dios, por lo que compartir el pan, era una manera de reconocer la generosidad y el amor de Dios hacia ellos así como de fortalecer los lazos entre los miembros de la comunidad reunida.
Ahora bien, el pan tiene un significado aún más profundo; En Juan 6:35, Jesús le dice a sus discípulos: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.” Por lo tanto, en la Reunión no sólo se compartía el pan físico, sino también el alimento espiritual que proviene solamente de Dios. Por lo consiguiente, la iglesia no solamente tiene el deber de compartir el pan físico al que tenga hambre, sino también, compartir el pan de vida que sacia nuestra hambre y sed espiritual. - Alabando a Dios: A diferencia de la adoración, la alabanza se define cómo el acto de dar a conocer lo que Dios ha hecho por y para nosotros. En el momento que alabamos a Dios, estamos proclamando lo que Dios hizo en nuestras vidas, para que otras personas puedan escuchar y creer. Hechos 4:4 dice: “Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron”. Por lo tanto, cuando alabamos a Dios a través de la música, estamos proclamando lo que Dios es, y otros podrán escuchar lo que Dios ha hecho en nosotros.
- “Teniendo favor con todo el pueblo”: la iglesia de este tiempo, se distinguía por “tener el favor” de todos, tanto de los que habían creído en Jesús, como de los que no. El “tener favor” significaba que la iglesia original, no solamente se reunía para cantar o para escuchar el sermón de la semana, sino que además servían en la comunidad, atendían la necesidad de las viudas, los huérfanos, los necesitados y eran respetados por el pueblo. Es por esto que, cómo iglesia, debemos procurar el favor de todo el pueblo, para así dar testimonio del Dios que creemos. Mateo 25:35-36 dice: “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.”
Para nosotros, la iglesia significa mucho más que un edificio o un lugar; La iglesia somos tú y yo, por lo tanto queridos hermanos, seamos sal y luz en todo lo que hagamos, allá donde vayamos, con aquellos que nos encontremos, demos testimonio de todo lo que Dios hizo, hace y hará en nuestras vidas así como en nuestros hogares. Solo así, otros verán, escucharán y creerán en la bondad de nuestro Señor Jesús. Amen.
