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Las tres promesas

Un estudio realizado recientemente en América Latina y EEUU reveló que la mayoría de los casos de suicidio en personas entre 18 a 35 años de edad fueron causadas por falta de saber cómo lidiar con problemas que tienen solución. En otras palabras, en la mayoría de los casos, el causante de que las personas optaran por el suicidio no es el problema que enfrentan, sino el carecer la capacidad de lidiar con los efectos emocionales, físicos y muchas veces espirituales que causan esos problemas.

En ocasiones, o en la mayoría de los casos, en algún punto de nuestras vidas nos hemos encontrado en la misma situación. Los problemas o situaciones menos complejas nos atormentan e incineran nuestros pensamientos quemando y volviendo cenizas todas las puertas posibles de salida gracias a la angustia que nos generan.  

No obstante, a pesar de lo aterrador y desolador de este estudio, existe una esperanza para muchas de estas situaciones (por no asegurar que para la gran mayoría de ellas), pues estas terribles estadísticas tienen fundamento en el desconocimiento de tres grandes promesas que Dios nos ha dado que están descritas en la palabra de la siguiente manera:

Primero, Dios está CONTIGO. En Génesis 28:15, Jehova le habla en sueños a Jacob de la siguiente forma; “He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho.” ¿Te sería fácil responder a la pregunta de cuántas veces te has sentido acorralado por las circunstancias y cuantas veces Dios te ha regalado su salida? O quizás, ¿en cuantas oportunidades quisiste claudicar y cuántas veces tuviste un último impulso para levantarte una vez más? Pues bien, esas son pequeñas evidencias de que Dios no te abandona, que te sostiene y aún está contigo. Por otro lado, ¿sería un poco más difícil responder a cuantas veces le hemos escuchado tocar nuestra puerta y hemos insistido en no abrirle, encontrarle y confiar en su camino? Aún así, Dios obra constantemente, no solo cuando estamos en crisis, Dios está con nosotros SIEMPRE, esperando levantemos nuestra mirada a Él.

Segundo, Dios te CUIDA. Todos hemos dudado, en algún momento, de nuestro valor, como hombre, mujer, esposo, esposa, hijo o hija, padre o madre, como hermano o incluso como amigos. En casi todas las áreas de nuestra existencia, hemos dudado de nuestro valor. Sin embargo, dice la palabra en Mateo 6:26 “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?”. Esto se traduce en una sola cosa: Para Dios eres VALIOSO, eres único e increíblemente amado. Sin embargo, en lugar de maravillarnos con nuestra sola existencia, insistimos en creer al enemigo que quiere y logra confundir a esta generación con frases cómo “no sirvo”, “no valgo nada” o “no soy suficiente”, olvidando así, que a pesar de todo Dios envió a su hijo por cada uno de nosotros, para salvarnos, rescatarnos y darnos vida eterna. Por lo tanto, no des espacio en tu mente a la frase “no valgo nada”. Sino recuerda, para Dios eres lo más valioso de toda su creación.

Por último, Dios es FIEL. Una de las grandes dificultades que existen en nuestro mundo y que ensombrece el corazón de los seres humanos es la falta de confianza. En otras palabras, no confiamos en las personas, pues, estas nos traicionan; no confiamos en las situaciones, porque creemos que serán imposibles de superar; y tampoco confiamos en las buenas acciones, ya que creemos, que de nada sirven y/o que alguien sacará provecho de ello. No obstante, en las escrituras tenemos un aliento, una esperanza y hasta una certeza: 2 Tesalonicenses 3:3 dice: “Pero el Señor es fiel, y él los fortalecerá y los protegerá del Maligno.” El gran error que cometemos es depositar nuestra confianza, nuestra fe y nuestra esperanza en personas, cosas, situaciones o lugares que son manipuladas, alteradas, confundidas o deformadas fácilmente por el enemigo. 

Por lo tanto, debemos aprender a descubrir lo que Dios quiere hablarnos en esos momentos duros, sobre cómo lidiar contra la angustia, la tristeza, el dolor y la confusión, con el miedo y su dolor; luego entonces, cómo dice Job 11:16  al 18: “olvidarás tu miseria, o te acordarás de ella como de aguas que pasaron. La vida te será más clara que el medio día; aunque oscureciera, será como la mañana. Tendrás CONFIANZA, porque hay esperanza: mirarás alrededor, y dormirás seguro”; de esta forma podremos encontrar en Jesús la RESPUESTA que tanto necesita nuestra alma y nuestro corazón.

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