Skip to content Skip to sidebar Skip to footer

Todo obra para bien

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” Romanos 8:28

La vida, se puede definir como una secuencia de altas y bajas, éxitos o fracasos, alegrías y algunas tristezas. En cualquier caso, estos procesos siempre se encontrarán en nuestra vida, todos los días. Es importante comprender, que todos estos procesos tienen la capacidad de detenernos, confundirnos, y hasta desviarnos de nuestro propósito. Sin embargo, cuando vivimos confiados en la Palabra de Dios, todas estas cosas pueden tener un resultado muy diferente. 

Aun así, cuando se enfrentan a dificultades, muchas personas leen y repiten el párrafo anterior sin entender con exactitud el significado del mismo. Cuando decimos que “todo obra para bien” no estamos diciendo que cualquier cosa que suceda tendrá un resultado positivo en la vida de cualquier persona, pues existe una premisa importante: “Amar a Dios”. 

Cuando amamos a alguien, nos gusta pasar el tiempo con esa persona, la hacemos parte de nuestra vida en todos los aspectos de nuestro andar, de nuestras experiencias y de nuestras decisiones. De igual forma, cuando verdaderamente amamos a Dios, no solamente visitamos la iglesia el domingo, sino que también anhelamos pasar el tiempo con Él, todos los días, a todas horas, en todo momento. El Salmo 84:10 dice: “Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos.” Por lo tanto, quien ama a Dios, le gusta estar con Dios siempre. 

En segundo lugar, una persona que ama a Dios, ama su Palabra. El Salmo 119:47 al 49 dice: “Y me regocijaré en tus mandamientos, Los cuales he amado. Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé, Y meditaré en tus estatutos.” Cuando amamos a Dios, amamos también su palabra; Y cuando amamos su Palabra, disfrutamos no sólo leyéndola, sino aprendiendo de ella. Es por ello, que no podemos decir que amamos a Dios, si no dedicamos el tiempo para leer y estudiar su Palabra y sus mandamientos. 

Por último, una persona que ama a Dios, ama al prójimo. En el libro de Juan, capítulo 13 versos 34-35, Jesús les da un nuevo mandamiento a sus discípulos: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.” 35 “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” Ahora bien, no podemos decir que amamos a Dios si no aprendemos a amar a los que nos rodean. Si tenemos alguna raíz de amargura, o hay algo que nos impide amar a los demás, es tiempo de soltar estas cadenas y permitir a Dios sanar nuestros corazones. Dios es capaz de sanar tu corazón, y también es capaz de transformarte y cambiar de tal manera que puedas amar a un mundo que necesita de un Dios real, que nos ama y que anhela estar con nosotros. 

Sólamente así, cumpliendo estos simples requisitos, podrás decir que en medio de cualquier dificultad, “todo obra para bien.”

¡Suscríbete a nuestra lista de correo!