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Confiando en el Amor Incondicional de Dios

“¡Te Amo!” Vaya que se siente lindo escucharlo, leerlo, decirlo o sentirlo. Nadie escapa de esa emoción. En ocasiones, sólo imaginar que alguien te lo diga es suficiente para sentir que el cuerpo se estremece o que el corazón se acelera, y cuando el sentimiento es profundo, hasta lágrimas de felicidad pueden cortar nuestra faz.

Ni hablar cuando el amor es correspondido; si la otra persona empatiza y siente de la misma manera, se crea un vínculo intenso y se entra en una espiral de demostraciones afectivas, coloridas y rimbombantes, se intercambian promesas eternas, se desbordan los regalos, las complacencias y la generosidad abundan, el tiempo no existe más para uno sino para el otro, y sí, así es el amor romántico idealizado o mejor llamado enamoramiento.

En esta oportunidad, hablaremos del amor en un contexto bastante más real; uno que quiebra, destruye y quema ese concepto romantizado del amor, y es que existe la creencia que el amor es lo que describimos anteriormente: flores y chocolates, besos y caricias, palabras románticas y delicadas, tratos especiales adornados con la falsa idea, que el amor es siempre felicidad.

Primero debemos aclarar que el amor no es un sentimiento aislado, que responde exclusivamente a cómo nos sentimos en un momento determinado. El amor comienza con una decisión que la persona debe tomar racionalmente y no sentimentalmente; quiere decir, que el amor es una decisión, donde tu voluntad está por encima de las emociones que puedas sentir.

El apóstol Pablo define al amor de forma más que interesante en 1 Corintios 13:4-7 : “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”; Y es en esta última parte donde el amor como nos los habían definido tiene su más grande carencia.

Apenas comenzamos a sufrir, cualquiera sea la razón, miedo, ansiedad o inseguridad, el amor se desvanece, pues si el otro no me corresponde (de la manera  que yo quiero), no​​ tiene sentido amar, quiere decir, que el amor romántico se convierte en una moneda de cambio, temporal y con un valor subjetivo, que no responde al concepto de amor como lo describe el apóstol Pablo.

Ciertamente, un amor con esas cualidades, pareciera imposible de alcanzar para los seres humanos, pues nadie estaría dispuesto a creer todo, sufrir todo, esperar todo, soportar todo y además no irritarse y no tener temor de ser abusado, engañado, maltratado o destruido. Sin embargo, estos son sentimientos que debemos intentar controlar para perfeccionarlo; es por eso que el apóstol Juan nos reafirma en 1 Juan 4:18 “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”.

“No muchas personas en la historia de la humanidad estarían dispuestos a sacrificarse por ti. Las personas en la actualidad no están dispuestas a dar algo, que no tienen, sin nada a cambio, a pesar de que al principio parezca que sí están en la disposición de amar. En algún momento ese “sentimiento” se va apagando, cambiando, causando ru​​pturas, dolor, separación, traumas, tristeza y otra gran cantidad de sentimientos que nos van dejando vacíos, contrarios al verdadero amor que ofrece Dios.”

Para tener un mejor entendimiento de que es el amor, el mejor ejemplo que podemos utilizar es el de nuestro Padre, pues ha sido Él quien nos ha amado primero, tal como dice la Palabra en 1 Juan 4:10 “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” Con sólo este versículo, puedes darte cuenta que envió a su propio hijo en sacrificio por el perdón de tus pecados, lo que significa que para amar, debes sacrificar, entregar y perdonar.

No muchas personas en la historia de la humanidad estarían dispuestos a sacrificarse por ti. Las personas en la actualidad no están dispuestas a dar algo, que no tienen, sin nada a cambio, a pesar de que al principio parezca que sí están en la disposición de amar. En algún momento ese “sentimiento” se va apagando, cambiando, causando ru​​pturas, dolor, separación, traumas, tristeza y otra gran cantidad de sentimientos que nos van dejando vacíos, contrarios al verdadero amor que ofrece Dios.

El amor de Dios no muda, pues el no cambia (Malaquias 3:6), el amor de Dios es Incondicional (Romanos 5:8), es más grande que el amor de una madre (Isaías 49:15),  el amor de Dios protege (Salmos 36:7), el amor de Dios ayuda y consuela (Salmo 94:18-19), el amor de Dios es sufrido y sacrificado, pues él ha dado su hijo por ti para que no te pierdas y tengas vida eterna (Juan 3:16).

Ahora que conoces un poco de su amor, ¿te animas a confiar en el suyo? Te invitamos a que hoy decidas conocer ese amor que te puede sostener, te puede levantar y te puede restaurar. 

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