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Enfrentando las Pruebas con Firmeza

Si existe algo que nos acompañará durante toda nuestra vida, son las pruebas o retos. Desde antes de nuestro nacimiento, incluso antes de nuestra concepción o que tan siquiera tuviéramos un ápice de conciencia de que la estábamos afrontando, cada uno de nosotros hemos corrido la prueba más dura para poder ser concebidos; es decir, una de las pruebas más duras de la vida, ya la has superado. 

Ahora bien, sabemos que luego del nacimiento las pruebas y retos son interminables, constantes, agresivas en muchos casos, y a medida de que vamos madurando y creciendo, las pruebas se tornan más difíciles, más retadoras, más frustrantes y con menos gratificaciones. Cada vez son más largas en el tiempo, exigiéndonos un mayor desgaste, consumiendo nuestra energía no solo en lo físico, mental y emocional, sino además, en lo espiritual.

Sabemos que existen toda clase de pruebas, pero básicamente las podemos clasificar en dos grupos. En primer lugar, están las que afrontamos día a día como parte de nuestra rutina, que exige de nuestra disciplina y constancia para superarlas (o al menos estar un poco más cerca de hacerlo); es decir, las que de alguna manera podemos controlar o manipular para obtener resultados.

“Existen situaciones, donde creemos tener el control, que de alguna forma se complican, y que por el simple hecho de complicarse, se transforman en sentimientos de sufrimiento, aun cuando la respuesta pueda parecer clara.”

Sin embargo, existe otro grupo de pruebas que son un poco más complicadas: son aquellas que están un poco fuera de nuestro alcance, que no dependen exclusivamente de nuestras acciones, que dependen del resultado de diversas variables, y que en muchos casos depende de otras personas, otros ambientes, situaciones o etapas. Éstas son las que mayormente terminan estresándonos, frustrándonos, llenándonos de cólera, ira, llanto y malestar sino tenemos una salida clara, y en muchos casos nos hacen tomar decisiones equivocadas o apresuradas teniendo como resultado, situaciones y pruebas mucho más complicadas que terminan derrotandonos.

Existen situaciones, donde creemos tener el control, que de alguna forma se complican, y que por el simple hecho de complicarse, se transforman en sentimientos de sufrimiento, aun cuando la respuesta pueda parecer clara. Un ejemplo sencillo sería el del dinero: a muchos nos ha faltado, sin embargo, sabemos que con un poco de esfuerzo o más trabajo podríamos solucionarlo. Sin embargo, el sufrimiento que genera no tenerlo en el momento que queremos, nos genera ansiedad, angustia y temor, pues no tenemos una salida inmediata, y esto termina desmoralizandonos y desmoronandonos, afectando más cosas alrededor de nuestras vidas de las que queremos.

En un mundo como el actual, es realmente desafiante confiar o conseguir a alguien que nos tienda una mano para superar una prueba, al menos sin recibir nada a cambio, o que sea por consecuencia de un mínimo esfuerzo o participación. Esto, definitivamente, hace que las personas pierdan la esperanza de una salida, ahondando a peores situaciones de ansiedad, frustración, dolor y peor aún, sin esperanza.

Ahora bien, a pesar de que todo pueda lucir terriblemente oscuro y doloroso, la palabra de Dios nos trae justamente eso que nos hace falta para afrontar en pie y firmes, cualquier situación. En Romanos 15:13 nos dice:“Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo.”

Esto no quiere decir que no existirán pruebas, o que serán fáciles de resolver, pues ya lo dijo Jesus, en Juan 16:33 “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Quiere decir, que quienes creen en Dios, están llenos de alegría y paz, aun en los momentos donde la hora sea la más oscura.

Ciertamente, para alguno de nosotros, esto parece una utopía. ¿Cómo es posible que solo creyendo en Dios, pueda conseguir mantenerme firme antes las pruebas? Y es que ya Dios nos dejó en su palabra la respuesta para esa pregunta: en Filipenses 4:7 el apóstol Pablo nos dice: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”


Es por esto, que la invitación es conocer a Jesús, que nos llena de esperanza pues nos ha liberado, para permanecer firmes y nos ser esclavos del dolor y el sufrimiento en nuestros corazones, producto de las pruebas inagotables que azotan constantemente nuestras vidas y esclavizan nuestro espíritu. Gálatas 5:1. “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.”

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