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¡El valor de las cosas!

“¿Cuánto cuesta?” Esa es la pregunta que más nos genera frustración en nuestra vida. La hacemos no sólo para saber el precio de alguna cosa, sino además, cuando queremos conseguir algún objetivo, nos hacemos esa pregunta constantemente durante lo largo de cada jornada, pues todo lo que gira a nuestro alrededor tiene un precio; desde el calzado que llevas en este momento hasta el agua que tomas durante todo el día.

La respuesta que nos damos a esa primera pregunta, condiciona totalmente nuestro entorno, afecta nuestra familia, salud, impacta notablemente en nuestra educación, oportunidades, alimentación, nuestras relaciones personales, sociales y profesionales. Todo tiene un precio: la mayoría de ellas calculada en base monetaria, algunas otras, tienen su fundamento en un esfuerzo; es decir, no requieren exclusivamente de dinero, sino que implican una acción asociada a la voluntad.

Cuando la voluntad de lograr las cosas entra en juego, logramos entender que el costo de las cosas va en aumento. Por ejemplo, si quisieras comprar la casa de tus sueños, sabes que eso implica un desembolso significativo; sin embargo, para conseguir ese dinero deberás primero tener paciencia, ser constante, estar enfocado en ese objetivo para ahorrar y luego tener suficiente para comprarla. Es decir, la casa no solo costó dinero sino esfuerzo y dedicación.

“Muchos hemos sido enseñados a que todo tiene un precio, todo cuesta, todo se gana o al menos se merece. La débil columna vertebral de nuestra moral está regida por los logros que conseguimos, basados en la vanidad y no en la necesidad real, pues entre más logros, más admiración, más dinero, más reconocimiento, más orgullo y grandeza…”

Muchos hemos sido enseñados a que todo tiene un precio, todo cuesta, todo se gana o al menos se merece. La débil columna vertebral de nuestra moral está regida por los logros que conseguimos, basados en la vanidad y no en la necesidad real, pues entre más logros, más admiración, más dinero, más reconocimiento, más orgullo y grandeza, olvidando claramente los que Dios dice en 1 Samuel 16:7 “Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.”

Ahora bien, es momento de derrumbar ese castillo de arena, esa armadura llena de óxido que nos lastima y nos tiene encerrados cual prisioneros en nosotros mismos, pues, hemos sido engañados, distraídos y desviados de una verdad inmaculada, y es creemos saber el costo de las cosas, pero en realidad aún no tenemos idea del valor de ellas. 

La diferencia principal entre costo y valor, es que el costo está basado como dijimos anteriormente en la cantidad de dinero (que también implica un esfuerzo); por otro lado, el valor está basado en nuestra percepción e importancia de algo que va mucho más allá que su costo, está ligado a nuestros sentimientos, a lo más profundo de nuestro ser. El valor es intangible, y varía entre cada uno de nosotros.

La mayor parte del tiempo estamos enfocados en el costo de las cosas que creemos importantes, dándole la espalda a las que más valor tienen, que son imperceptibles o que insistimos en disminuir o minimizar. Muchas veces solo por el simple hecho de que están allí para todos, y si no lo crees, pregúntate cuál es el valor del aire que respiras y que te mantiene vivo, por el que no puedes pagar, pero que si puedes agradecer a Dios.

Nos entregamos a las  cosas temporales, casas, autos, joyas, moda, apariencia, viajes y lujos para luego mostrarle al mundo cuán bendecidos somos, mostrando cómo Dios nos “bendice” materialmente; sin embargo, al momento de una prueba o de un desierto, pensamos que Dios no está o que el valor de las “bendiciones” que él nos da no son suficientes. 2 Corintios 4:18 “no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven, porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”.

Pudiéramos hacer una lista bastante extensa e incluso interminable de las bendiciones que Dios nos da y que son invaluables; cosas que no agradecemos, que en ocasiones ni pedimos ni merecemos y no tienen nada que ver con las cosas que se quedaran atrás luego de nuestra muerte fisica, pero que Dios, en su infinito amor nos da cada dia, y que nos recuerda en Eclesiastés 5:15 “Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano.”

La vida, el amor, la amistad, la paz, un abrazo, un suspiro, una sonrisa, la simpatía y empatía, la alegría y el gozo, la esperanza y la Fe, el perdón, la salvación y la vida eterna no las podemos comprar y muchas veces las aprendemos a valorar en su ausencia, pero podemos encontrarlas cuando aprendemos a confiar en Dios, aun cuando no las vemos, nuestra actitud CAMBIA y entendemos que todo fuera de nosotros cuesta, pero todo dentro de nosotros, en Dios vale y para siempre.

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