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La verdad te hará libre

Existe una creencia popular muy expandida sobre el concepto que describe la libertad, y es que para la mayoría de las personas significa hacer lo que quieran, a su voluntad, en el momento deseado, y con poca o muy escasa atención a la responsabilidad de ejercerla. Es decir, se tiene el falso concepto de que la libertad es básicamente hacer nuestra propia voluntad sin importar las consecuencias o nuestras responsabilidades.

La verdad es que desde tiempos ancestrales, la libertad está condicionada a la construcción y crecimiento de las sociedades, ya que en el principio los nómadas consiguieron hacer su voluntad expresa; es decir, eran realmente libres pues no rendían cuentas a nadie. Sin embargo, para poder formar o ser parte de una sociedad, a esa libertad se le condicionó para garantizar que las libertades de algunos no afectarán los derechos de otros.

Ya en nuestra sociedad actual, somos naturalizados en la nueva libertad, donde el antiguo derecho de hacer nuestra propia voluntad se ve limitada por la consecuencias de los actos que cometemos. Es decir, ahora es punible el hecho de hacer tu voluntad, por lo que la libertad ahora está “controlada” y “condicionada”.

Ahora bien, además de esa libertad condicionada que nos controla dentro de la sociedad, los seres humanos hemos cedido nuestra “nueva” libertad a diferentes tipos de prisiones, que van desde culturales, educativas y profesionales por nombrar algunas de las más comunes. Quiere decir, que en nuestra libertad condicionada, creamos nuevas maneras de mantenernos atados a una nueva prisión de oro, sin darnos cuenta que así sea de oro, sigue siendo una prisión.

“Muchas veces vivimos presos de diferentes dificultades, pero queremos aparentar que no lo somos, hacemos lo posible e imposible por evitar el qué dirán, el que piensan, el que sienten; nos ocupamos de esconder nuestras fallas para evitar ser juzgados por el tribunal social, en cómo nos vemos y que proyectamos, hasta el punto, que podemos fingir no ser presos de nada y en nuestra privacidad desplomarnos, producto del agotamiento de intentar ser, lo que no somos.”

Muy pocas veces, cuando nos encontramos dentro de esa espiral de cadenas que nosotros mismos insistimos en abrazar, nos damos cuenta de la verdad: somos prisioneros de nuestras adicciones, ídolos, vicios y conductas que constantemente nos hacen pagar condenas sumamente largas y costosas, peor aún, muy pocas veces decidimos aceptar o buscar la verdad en procura de una posible libertad.

Sucede, que la mayoría de las veces que logramos identificar que somos prisioneros, y conseguimos por nuestros propios medios salir de esa celda, al cabo de un tiempo, volvemos a caer dentro de sus oscuras cuatro paredes. ¿O es que alguna vez no has pensado que eres libre de algo, pero cuando te aparece la primera tentación te das cuenta que no? 

Muchas veces vivimos presos de diferentes dificultades, pero queremos aparentar que no lo somos, hacemos lo posible e imposible por evitar el qué dirán, el que piensan, el que sienten; nos ocupamos de esconder nuestras fallas para evitar ser juzgados por el tribunal social, en cómo nos vemos y que proyectamos, hasta el punto, que podemos fingir no ser presos de nada y en nuestra privacidad desplomarnos, producto del agotamiento de intentar ser, lo que no somos.

En este momento, seguramente ya habrás medido el tamaño de tus celdas, ya habrás reconocido cuántos años has estado pagando tus condenas y estarás preguntando si existe un abogado que pueda defenderte y hacerte libre,  y es ahí cuando la verdad de Jesús nos ofrece completa libertad.

En Juan capítulo 8, Jesus explica exactamente lo que sucede en la sociedad, tanto antigua como actual, pues el pueblo judío decía y proclamaba ser libre y no esclavo ni prisionero, a lo que Jesús responde que quien hace pecado, esclavo o prisionero del pecado es, sin embargo, quien permanece en su palabra, conocerá la verdad y la verdad los hará libres.

Ciertamente, cuesta mucho reconocer que somos pecadores; mucho más, que somos esclavos, bien sea por vergüenza, por no querer exponer nuestras costuras desgarradas o por miedo. Lo cierto es que no existe ser humano que pueda escapar de esa condición, y la única salida para garantizar no solo una vida en la tierra llena de libertad sino en la eternidad, es Jesus; Juan 14:6 ”Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”

Puede que hoy sea el momento de que conozcas tu verdad, puede que hoy sea el dia en que descubriste la prisión de oro en la que te encuentras o simplemente hoy es el dia en que quieres rendirte, pues estan cansado de ser lo que no eres y quieres alcanzar tu libertad plena y ser libre, pues te confieso querido amig@, ¡Jesús me liberó, y hoy quiere liberarte a ti! ¡Ven y ve!

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