Hay una gran diferencia entre los conceptos de que es lo que te falta y que es lo que necesitas. Cuando detallamos y diferenciamos uno de otro, fácilmente identificamos cual es la prioridad, y normalmente, es donde enfocamos nuestra atención y esfuerzo. Sin embargo, existe otro nivel más profundo, donde encontramos lo que verdaderamente es esencial, y es aquí donde comenzamos a confundir los términos, pues no tenemos muchas veces claro cuales son las prioridades para la subsistencia humana.
Por naturaleza y desde que nacemos, tenemos necesidades; algunas básicas y otras esenciales: el alimento, la vestimenta, un techo o la educación son parte de ellas. Sin embargo, en un mundo como el nuestro, donde las prioridades cambian constantemente o giran en torno a otro tipo de necesidades más complejas y menos necesarias, la lista se incrementa considerablemente, al punto, donde si no tienes un carro, un teléfono, una vestimenta de moda o los viajes y las vacaciones soñadas, parece que nuestra vida no tiene sentido, y mucho menos sino la mostramos al resto del mundo en señal de ostento.
“Muchas personas no han sabido diferenciar qué es lo realmente esencial entre tantas cosas, algunos por desconocimiento, otros por orgullo… o sencillamente porque la vida les ha engañado diciendo que si no se tiene algún tipo de éxito material o vinculado con el bienestar económico, sencillamente su vida es un desperdicio…”
Muchas personas no han sabido diferenciar qué es lo realmente esencial entre tantas cosas, algunos por desconocimiento, otros por orgullo, vanidad, celos, envidia (de esa que llamamos sana), o sencillamente porque la vida les ha engañado diciendo que si no se tiene algún tipo de éxito material o vinculado con el bienestar económico, sencillamente su vida es un desperdicio, lamentando no poder disfrutar como el mundo normalmente enseña, insistimos en creer que la vida en sí nos debe algo, algo que nos falta, algo que nos haga valer, no por lo que somos como seres humanos, sino más bien por lo que tenemos.
La vida, para muchos de nosotros, ha consistido en una receta depredadora de la realidad: básicamente en crecer, estudiar, conseguir un trabajo, ahorrar dinero, casarse, comprar una casa, tener carro, luego los hijos, una casa más grande, un carro mas grande, las vacaciones del año, los regalos o presentes de la temporada, y pues claro, hacer el respectivo alarde social de “mira como mi vida va bien” (Te suena familiar alguno de los ingredientes de la receta?), pues estamos convencidos, de que es lo esencial en la vida.
No malentiendas, todas las cosas arriba descritas son maravillosas, en ocasiones son muy difíciles de conseguir, y para algunos hasta son imposibles, pero no esenciales. Puedo asegurarte, que si en este momento tuvieras todas ellas y mañana despertaras con una enfermedad grave, cambiarías todo o casi todo de aquellas cosas por recuperar tu salud. Ni hablar si sucediera algo negativo a alguien que amas, como un hijo o alguno de los padres: cambiarías incluso tu vida por la de ellos, y es en este tipo de situaciones donde comenzamos a entender que es lo esencial.
Así como el aire, el agua y el alimento son esenciales para nuestro cuerpo, el conocimiento y la comunicación son esenciales para la sociedad, pero estas dos son vacías y limitadas si no entendemos que espiritualmente también tenemos necesidades esenciales, que si no las tomamos en cuenta, nuestra entera sociedad e incluso nuestras vidas no tendrían sentido. Mateo 4:4 “…Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”
El amor, la moral, el perdón, el arrepentimiento, la fe y la esperanza, la paz y la gratitud e incluso la identidad, son algunas de las necesidades esenciales del espíritu, son las que forman nuestro carácter y nuestro ser, dan sentido real y auténtico a nuestra vida y a lo que hacemos con ella, y no es sino hasta que nos acercamos a Dios cuando podemos entender estos conceptos de manera profunda. Santiago 2:26 ”Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.”
Ahora bien, considera todas las cosas que tienes; ¿Qué te falta? ¿Qué aún anhelas? ¿Cuáles de ellas son esenciales? No te enfoques en cosas innecesarias sin pensar en lo que verdaderamente necesitas, pregúntate, qué hay en el fondo de ese deseo, verdaderamente lo necesitas, es esencial en tu vida, o es una excusa para ocultar lo que ya sabes o al menos intuyes, y es que nada de lo que anheles, sin Dios en tu corazón, en tu vida y en tu ser, tiene sentido real, acércate a él y descubrirás que lo que verdaderamente necesites, Dios te lo suplirá. Filipenses 4:19 “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”.